Escribo estas letras inspirado por las conversaciones que he mantenido durante el pasado fin de semana con dos parejas de amigos, padres y madres de niños en edades comprendidas entre el año y los seis años de edad. Mientras compartíamos la mesa o un rato de piscina, hablamos largamente sobre la educación de nuestros hijos, la actual y la que queremos que reciban en un futuro, sobre "lo rápido que aprenden estos niños de ahora" y sobre el trabajo que supone para el adulto el acompañamiento en este proceso educativo, entre otras cosas. Sobre esto último, sobre el papel de los padres y madres en la educación de los hijos e hijas, alguien comentó algo en lo que el resto estuvimos de acuerdo: "los niños hacen y aprenden a ser en función de lo que ven en sus casas...no podemos responsabilizar únicamente a la escuela de la educación de nuestros hijos". Puede ser que para muchas personas esto sea una obviedad, sin embargo, para muchos adultos, padres y madres, esto es un punto de vista que no tiene que ver con ellos, que no comparten o que ni siquiera se plantean. Personalmente creo que, antes de emitir un juicio sobre si hacen bien o no las personas que, teniendo hijos, deciden depositar la responsabilidad de la educación de estos sobre otros, a los que pagan por ello, podríamos preguntarnos porqué estas personas piensan así. Hacernos esta pregunta, en lugar de emitir el juicio, nos abre un panorama en el que tendremos en cuenta diferentes aspectos como: la educación recibida por estos padres y madres; sus modelos educativos familiares y sociales; la cultura en la que han crecido estas personas; sus posibilidades reales de dedicar más tiempo a la educación de sus hijos e hijas; etc. Además, la siguiente pregunta podría ser ¿Qué podemos hacer para que los padres y madres aprendan a disfrutar de la educación de sus hijos e hijas sin ponerse a la defensiva, sin sentirse juzgados?
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